¿Qué sabemos del origen de la vida, y qué de la muerte?. ¿De
dónde venimos y a dónde vamos? ¿Cómo y cuándo sabemos que nuestro final está
cerca?. ¿Cuántos comienzos y cuántos finales atravesamos en nuestro camino?. La
finitud humana y el misterio del nacimiento y la muerte, podría ser la
definición más cercana a Lontano Blu.
Podemos saber que queremos, hacía donde queremos ir, que
podemos hacer o que queremos hacer en el camino de nuestra vida, ¿pero que
sabemos de nuestro origen, nuestra constitución cómo seres humanos, y de lo que
pasará luego de nuestra muerte?.
Las acciones de la obra, la puesta en escena giran en torno
a estos cuestionamientos, y además, tratan sobre las “pequeñas muertes cotidianas”,
el desvanecimiento de las esperanzas, de una ilusión, que abundan en la vida de
cualquier mortal.
Manuela De Meo y Pietro Traldi son los dos actores de la
obra, que no cuenta con más escenografía que una mesa y un par de sillas. El
desarrollo de la misma es el ensayo de una función-que mezcla textos en italiano y
en español-, en donde surgen en ambos artistas las preguntas y las dudas.
¿Cuántas veces la muerte – no sólo física o de una persona- se presenta o se ha presentado ante nosotros,
y bajo que formas o en qué aspectos?. En
la trama, ambos protagonistas cuentan propias experiencias dónde creen haber
advertido la presencia de la muerte, desde una gota de agua sobre un reloj
despertador, hasta la pérdida de un gran amigo.
Una obra dirigida por Ignacio Gómez Bustamante y Nelson
Valente que nos deja reflexionando acerca de las presencias y ausencias, del
principio y el final de la vida, del misterio del antes y del después, pero
principalmente el desconocimiento de esos inicios y finales.
Cómo si la obra no tuviese su propia carga emocional, a eso
hay que sumarle la propia carga emotiva del teatro: “El Picadero”, que nació
durante la década del 80, en tiempos no democráticos cómo un símbolo de
resistencia, pero que tuvo que soportar un atentado en Agosto del 81. Recién
después de dos décadas fue reinaugurado, y recién en 2008 fue declarado
Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires.
Mauro Castro
4-4-16
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